Primer voluntariado

Sábado 29 de junio del 2024, salimos de Barcelona, para embarcarnos en este bonito viaje.

Esta vez me tocó acompañar a nuestros hijos para que pudieran experimentar lo que es un voluntariado. Zoe, Jana, Daniel y Katia estaban preparados para iniciar el primer programa de voluntarios de la fundación privada Usveiem, que, a partir de ahora, queríamos desarrollar todos los años, durante el mes de julio. Íbamos a cuidar de nuestros niños, aquellos que habíamos escolarizado durante el año, realizando todo tipo de actividades al aire libre con ellos. Artes pláticas, juegos interactivos, excursiones, deporte, etc. un programa de 10 días gestionado desde Ouagadougou a través de Francine, nuestra representante en Burkina. Ella diseñó nuestra agenda y realizó todos los preparativos, mientras nosotros nos encargábamos de comprar todo el material que íbamos a utilizar: lápices de colores, plastilina, pelotas de fútbol, cuerdas para saltar y un montón de peluches para regalar a los más necesitados.

Llegamos de madrugada, haciendo escala de Casablanca a Ouagadougou, eran las 2 de la mañana y estábamos cansados pero entusiasmados por lo que íbamos a vivir. Pasamos el control de pasaportes sin problemas, pero no pudimos salir del aeropuerto antes de las 3 am. Nuestro querido Serge nos esperaba como de costumbre con su vehículo y un compañero. Nos hospedamos en un albergue cerca de la residencia de nuestras amigas de la fundación Amigos de Rimkieta.

Unas horas más tarde nos levantamos a media mañana para vernos con Francine y María Bacardi, quien nos había organizado las actividades fuera del voluntariado durante las tardes. Íbamos a pasar el día repasando el programa y preparándonos para el día siguiente. Quedamos con Soeur Rosalie en representación del orfanato Home Kisito, donde nuestros niños nos esperaban.

El lunes nos levantamos a las 7 y después de desayunar, nos vino a buscar Serge para ir al Orfanato. Llegamos sobre las 8 y los niños ya nos esperaban. Dimitri, el mayor de ellos y líder indiscutible del grupo, saltó a mis brazos solo verme. Giselle, Helena, Agustín, Dénis, Gédéon,  Mathieu, Ashley, Esther y Eléonore todos estaban ahí esperando recibir su dosis de cariño y mimos. Emocionados los cogimos de la mano y empezamos el programa con las actividades que habíamos previsto.

Cada día fue una nueva aventura. Recuerdo el momento en el que nuestros hijos tomaron contacto con los más pequeñitos para darles el biberón. Ver a mis hijos y a las hijas de Sònia con los bebés en brazos fue un momento muy emotivo. Todos los días de 8 a 13:30 estuvimos cuidando de ellos y por las tardes aprovechábamos para realizar alguna visita interesante y cenar todos juntos en algún lugar típico, junto a las familias de nuestros amigos, que tanto nos han ayudado. Finalmente decidimos que este programa sería fantástico para ofrecerlo a chic@s que acaban de graduarse y que después de su selectividad quisieran pasar diez días cuidando a los más necesitados en Burkina.

Dividiremos el programa durante los meses de julio en tres franjas de 10 días cada una y diseñaremos una agenda adaptada para que todo aquel que se apunte pueda sentir lo mismo que hemos sentido nosotros.

La felicidad que se siente al ayudar a los niños que más lo necesitan es una de las experiencias más gratificantes que uno puede vivir. Cada sonrisa que logras arrancar, cada pequeño avance que observas se convierte en un rayo de luz que ilumina no solo sus vidas, sino también la tuya. Es un recordatorio constante de la resiliencia y la esperanza que habita en cada niño, incluso en las circunstancias más difíciles.

Cuando te involucras en sus vidas, te das cuenta de que no solo les estás brindando apoyo, sino que ellos también te enseñan lecciones valiosas. Cada momento compartido, cada juego, se convierte en un tesoro que llevas contigo.

Sin embargo, la tristeza de despedirte de ellos es un sentimiento profundo y agridulce. Las despedidas son difíciles, especialmente cuando has creado lazos con los niños.

A pesar de la tristeza, es importante recordar que cada despedida también es un nuevo comienzo. Los niños seguirán creciendo y enfrentando nuevos desafíos, y tú llevarás contigo la alegría de haber sido parte de su viaje, aunque sea por un tiempo. La felicidad de haber ayudado a esos pequeños es un regalo que siempre llevarás en tu corazón, y la esperanza, de que ellos continúen brillando en el futuro.

Volvimos el 10 de julio a Barcelona con una sonrisa enorme en nuestras caras. No sabíamos si volveríamos a ver a nuestros niños ya que todos estaban gestionando ya sus papeles de adopción. Uno se iría a Suiza, otro a Italia e incluso Estados Unidos. Era cuestión de tiempo que encontraran a su nueva familia y que empezaran a vivir su propia vida, llena de amor y esperanza.

Gracias chic@s por hacer de estos días, algo muy especial, por iniciar un programa que llenará los corazones, por ser los pioneros del cariño y el amor, por vuestra simpatía y el gran humor que habéis tenido durante todo el programa.